Querido lector,
Si estás en esta página leyendo esto, es porque tienes o entiendes que tu matrimonio no está funcionando. Quizá te sientas avergonzado(a) de decir algo aún o aceptarlo. Si acaso tienes una pequeña duda de si estás haciendo lo correcto o no; déjame decirte que estás en el lugar correcto.
El primer paso para salvar tu matrimonio es aceptar que hay algo que no está bien. Entender que un buen matrimonio debe tener siempre a Dios como centro y tener dos corazones dispuestos. ¿Dispuestos a qué? A ser transparentes, a cambiar ciertos hábitos o costumbres, a comunicarse, a autoevaluarse a sí mismo. Te atreves a preguntarte hoy ¿qué puedo hacer yo que pueda ayudar a mejorar esta relación?
Muchas veces al pasar por momentos difíciles nos concentramos solamente en lo negativo, en esa gota que colmó la copa; pero ¿acaso en esa relación no hubo momentos felices? Esos comienzos, cuando se enamoraron uno del otro, ¿Dónde están? Debemos recordar los comienzos de la relación y el por qué nos enamoramos desde un principio de esa persona. El amor no es un sentimiento, sino una decisión que tomaron juntos. Tenemos que entender que una pareja son dos personas completamente diferentes que unen sus vidas; y una complementa a la otra. Jamás una persona va a pensar exactamente igual que la otra. Pero analizando esto, ¿acaso no sería perfecto que una persona ame y piense por el bienestar de la otra y viceversa?
Entiende que tu pareja no es tu peor enemigo, por el contrario, debería ser tu confidente, tu aliado, tu complemento. Pero bueno, generalmente todos sabemos cómo debería ser una relación sana, pero pensemos ¿que hicimos mal o dejamos de hacer? Aunque los momentos difíciles son experiencias que toda pareja experimenta, con Dios, el proceso se complementa con amor, paciencia, y dos corazones dispuestos. ¡Es posible salvar tu matrimonio!
Dios te bendiga.
Blog Especial por Joevana García Rivera
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